domingo, 28 de agosto de 2016

SUPERACION




Frontera celestial de sueños tristes
que frenas mi explosión sobre la cama
sujeta con firmeza aquella sábana
para no cruzar la raya que lo impide

Que se viste de gris con sus matices
destruyendo la pasión que me reclama
un trago alicorado en las mañanas
para sentir que el fuego aun existe

Y que arde con sus llamas elevadas,
manos largas sin guantes que se visten
del deseo fulminante que me embiste
de pararme algún día de esa cama

Y quemar el aire que rodea aquel fracaso
pestilente acero que irrumpe en mis entrañas
sujetando con su funda aceitosa mi garganta
para postrarme en el charco recio del ocaso

Porque quiero saborear el trago triste
mantenerlo vivo en mi boca con las llagas
que ha dejado el paso ardiente de esta daga
cercenando el éxito de un mundo que no existe

Para disfrutar así del beso fogoso de un buen triunfo
sobre las telas rasgadas de estas sabanas
que me quieren mantener absorto en su tejido
y evitar que explote mi valor sobre esta cama 



Alvaro Ruiz Reyes
Copyright © Alvaro Ruiz Reyes

viernes, 26 de agosto de 2016

A MI ABUELO

Hoy una vez más, y como en los últimos 15 tempestuosos días de este agosto interminable, desperté pensando en ti. ¿y cómo no hacerlo? ... tu inesperada partida de esta tierra dejó un inmenso vacío que jamás será llenado, lo sé. Pero el recuerdo mágico de tu existencia, y de tu extraordinario paso por mi mundo brillará por siempre, más allá del sentimiento de congoja, del tiempo que se esfuma, de la vida que avanza…y de la muerte misma.

Estos 15 días de un mundo opacado por tu ausencia material, han ido transformando el ritmo de los latidos de mi pecho, la forma en que recuerdo tus palabras firmes, tu voz de trueno, tus hazañas en el mundo de la radio, y en tu maravilloso rol de abuelo. Han pasado de ser sentimientos meramente tristes, llenos de dolor, arrepentimiento y en algunas veces de rabia, a convertirse en un manso lago de melancolía, en donde un suave viento de ternura y nostalgia impulsan sutilmente una balsa cargada de reminiscencias.

Quiero recordar hoy con estas letras que surgen del sentimiento profundo que me embarga, no al genio detrás de los libretos de código del terror, la ley contra el hampa, casta de valientes y demás obras que te hicieron figura en un medio ingrato que amaste con locura, incluso, hasta el final de tus días.  Ni a la prodigiosa mente untada con un talento excepcional que machacaba la máquina de escribir en un sinfónico abrazo creador de grandes y fantásticas historias. No, mi memoria vestida con el grueso abrigo de la nostalgia se posa plácidamente sobre aquel abuelo, padre y maestro. Esos recuerdos estupendos de una época pasada y remota de risas infantiles y algodón de azúcar en el parque Suri Salcedo de nuestra amada Barranquilla, vienen con imágenes perdidas de un color débil y pálido. Con sabor a coca cola de la tienda, pan de bono del Ley de la 72, y confites infinitos que salían todas las tardes del bolsillo de tu camisa. Llegan a mi mente maltrecha con un perfumado aliento a tinto y cigarrillo de las oficinas de caracol radio donde “regalaste” parte de tu imaginación y tu talento, y donde me llevaste algunas veces a ser partícipe de la materialización de tus sueños. Estos recuerdos desteñidos por el andar exasperante e inclemente de los años en la superficie de mi vida, con boleros, rancheras y vieja música tropical como melodía de fondo, están saturados por la ternura, el amor, por tus enseñanzas y consejos. Como aquella noche remota de un domingo olvidado, en cercanías de una pequeña tienda a orillas de la carrera 46, cuando me dijiste con tono enérgico y con la amplitud de tu portentosa voz: “Te tiene que ir bien el colegio, siendo hijo de quien eres, y más aún, siendo nieto de quien eres” suavizaste luego el regaño con una sonrisa, una coca cola helada y una historia de terror de la vieja Barranquilla.

Siempre recordaré tu figura en tu habitación en Plazuela del Carmen, de espaldas a la puerta, sentado al borde de la cama, escuchando grabaciones de tus programas viejos. Devolvías la cinta una y otra vez escuchando apartes de tu enérgica voz. Yo seguía en la distancia todos los movimientos en tu “sagrada comunión”, sin que advirtieras mi presencia y yo sin saber el porqué de aquel extraño ritual. Solo disfrutaba de aquel ferviente acto y me gustaba pensar que, en ese inmaterial instante, yo era el único oyente de tu programa de radio, y que tenía en exclusiva, la espectacular esencia de tu talento y creatividad. También recordaré aquellas tardes de brisa fresca cuando iba a visitarte en Discos y licores, uno de mis lugares favoritos en todo el mundo en esos días infantiles. El trayecto por la 72 y su ajetreo constante, el bullicio de los vendedores ambulantes, los almacenes de ropa, los diversos olores a gasolina quemada y arepa asada. Pasar la tarde escuchándote hablar con los clientes y amigos sobre la música de oro de tiempos mejores y de aquellos maravillosos artistas sepultados por el olvido de los años, mientras acababas con vehemencia con el termo de tinto y la caja de cigarrillos. Aprendí a amar esa arcaica música de otra época gracias a ti, gusto que aún conservo y que tendré toda mi vida, con todas las valiosas enseñanzas y datos relevantes que nos dejaste para disfrutar esas obras y artistas, más allá de la melodía misma, a un nivel superior.
Tu presencia siempre fue una constante en mi existencia, tus historias de espantos, tus anécdotas radiales, tus peleas con figuras de la televisión, de la radio y de las letras. O con cualquier pobre cristiano que te discutiera algo con pocos argumentos … te lo comías vivo con datos, fechas, lugares y citas exactas. El hecho de cumplir años un día antes que tú, nos daba cierta complicidad a la hora de las felicitaciones correspondientes, siempre terminaba la llamada diciéndote: “gracias por llamarme ñoño, mañana te llamo yo a ti”. Ahora se me arruga el corazón saber que más nunca haré esa llamada el día después de mi cumpleaños, o por lo menos no de la forma acostumbrada con los medios de telecomunicaciones de este mundo, sino con el pensamiento y el corazón con sus latidos como tono. Mis manos no volverán a tocar las tuyas, ni sentiré nuevamente el calor de tus abrazos y besos en la mejilla. Porque partiste definitivamente de este mundo, Dios te llamó a su regazo para animar con tu gracia e imaginación, en otro plano espiritual, en la eternidad, con un programa radial que no acabará jamás.

Termino este sincero escrito elevando con amor mis manos al cielo, para agradecerte por todo lo que en vida nos diste, por tu esfuerzo y trabajo en momentos de crisis; por tu sangre y tus genes. Por regalarme la dicha de tener, al igual que mi padre, tu nombre, y poder habérselo dado a mi primogénito. Y como me lo escribiste en aquel hermoso poema de antaño: “Soy lo prolongación de tu existencia”. Y viviré de la mejor manera posible, para que donde estés te sientas orgulloso de este nieto, que en silencio te amo, te admiró y respetó, y te seguirá amando, admirando y respetando … siempre.



lunes, 22 de agosto de 2016

PURO CUENTO



PURO CUENTO

La vida transcurre en un ir y venir de historias que vamos acumulando y guardando celosamente en nuestra memoria. Nos reducimos entonces en meros cuentos de momentos vividos y pasados, pero que brillan en nuestros recuerdos con un fulgor infinito y puro. Al mismo tiempo, estos entrañables momentos vuelven a la vida cuando traspasan la barrera de los pensamientos y se comparten con los demás, ya sea a viva voz, o por la magia inmortal de las letras y la literatura. Muchos de esas historias han sido vivencias, experimentos de la razón en un espacio y tiempo real, en cambio otras, muy especiales, por cierto, son producto del parto exquisito de la imaginación, de una rueda que no se detiene nunca, impulsada por la magia, la fantasía y la explosión atómica de la locura.

Estas historias que hacen parte de nuestra existencia individual se presentan al mundo de diferentes formas: algunos se van por el camino largo, detallando sucesos, lugares, personas, sentimientos, acontecimientos, etc. Con expresión sencilla y cotidiana, o con el decorado sublime de la riqueza literaria. Manejan ritmos pausados, un andar tranquilo sobre la llanura, y de repente, sobresale una montaña de emoción que perturba la calma del mundo, precipitando el pulso, hasta encontrar otra vez, esa mansa corriente de la estabilidad, aguardando la sorpresa de otro inesperado pico de sensaciones. Otros, caminan con celeridad y fuerza desde el principio, llegando directo al grano, al hecho, al motivo. Dejando al descubierto la intención después de un muscular paseo por el relato, no sin despreciar el misterio, el suspenso, la pasión y la riqueza de la forma en que se cuenta. También hay unos, que se deslizan en la forma y coquetean con el fondo. Decoran la historia, la embellecen, le marcan reglas, pautas, métrica y le dan alma. Un sentimiento en cada frase, un latido especial en cada silaba, una gota de sangre y aliento en cada letra.  

Los anteriores son solo algunos géneros literarios que se utilizan para contar una historia, dependiendo quizá del ánimo del “contador” del suceso, y al mismo tiempo, de la intención de éste sobre los efectos que su narración tendrá en la persona que recibe el relato, y que en ese sutil y vaporoso momento recrea en su mente, haciendo suya la vivencia de otro ser. Dándole colores a los sentimientos que otro le está contando, gestos a los personajes, aromas a las situaciones, luz a los lugares y recordación con latidos acelerados.


Por eso no importa si es una novela, un cuento, o un poema. Al final es una historia que lleva una intención, un mensaje y un mar infinito de emociones que se desborda a través de nuestros ojos e inunda nuestra mente con un salino beso de imaginación y creatividad. Es un sorbo acalorado de magia infinita, cascada diáfana de luz que moja nuestro espíritu maltrecho, llenándolo de sensaciones alucinantes. Siendo la literatura ese camino… largo, corto, real y ficticio al mismo tiempo. Puerta abierta a la felicidad.